Los pueblos del Pacífico, que tantas razones tienen para protestar, han experimentado este binomio de forma recurrente, solo que las consecuencias han sido más graves y, al mismo tiempo, minimizadas desde una óptica centralista, racista y elitista. Protestas por robos de elecciones, pésimos servicios públicos, vías en eterna reparación o que nunca se terminan y hasta la misma enajenación de estado, están presentes en los municipios de la costa pacífica.
El desplazamiento forzado, tan endémico como el conflicto armado en el país, no tiene NADA que ver con un desplazamiento voluntario. Las víctimas del robo de tierras más descarado y masivo encuentran en Cali la hospitalidad y la familiaridad afro que no se ven en otras culturas. Pero ni el apoyo familiar ni los brillos de la gran ciudad pueden resolver un empobrecimiento repentino, aunado a un número desproporcionado de violaciones a los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario. El esquema general de salud del país es paupérrimo en atención psicosocial y ataca al mismo tiempo con una concepción comercial de lo que es un derecho.
La debacle económica de Venezuela, el que fuera el principales socios de las empresas del Valle, añadió un grupo humano desarraigado, con anhelos de llegar a Ecuador o Perú, y que se quedó en la ciudad “porque le tocó”. El migrante afrovenezolano padece una invisibilización aún más drástica que la de la mayoría de los afrocolombianos y apenas empieza a conocer el entramado institucional construido con duras luchas desde la colonización y la esclavización.
La pandemia del covid 19 encontró al país con EPSs quebradas, IPSs endeudadas y una discusión sobre políticas públicas de salud empantanadas. Los pueblos afro, con gran cantidad de su población en la economía informal, necesita del régimen subsidiado de forma integral, estructural. Una saturación de servicios representa mayores exclusiones e, igual que los casos reales de contagio, es difícil de medir sin pruebas ni investigaciones concretas. Solo el saber tradicional y el uso de las plantas medicinales les permite impedir que la tragedia llegue a niveles colosales.
La inversión científica y la promoción de los emprendimiento empezaron en Colombia apenas en el último lustro, mezcladas con la obstinación del gobierno de turno en la no implementación de los acuerdos de paz con la extinta guerrilla de las FARC. Los beneficios económicos y sociales de la desmovilización de la guerrilla más grande de América se pospusieron y hasta se declararon inexistentes, igual que la posibilidad de una negociación política con el ELN.
El vecino Departamento del Cauca experimenta un recrudecimiento vil del asesinato de líderes y lideresas y agresiones armadas a los pueblos indígenas y afro, a pocos kilómetros del área urbana.
El coctel explosivo vio venir la mecha encendida desde Chile, un país que muestra un severo descontento en las calles ante un esquema económico similar al nuestro, a pesar de haber recibido mayores beneficios sociales.
Ahora, que todos las patologías parecen reventársenos en las manos, es necesario revisar todos los aportes del pueblo afrodescendiente en Cali y sus territorios de origen en este y otros departamentos. La experiencia modelo del Paro Cívico de Buenaventura, las salidas creativas, como la negativa de Francisco Pizarro – Salahonda a participar en las elecciones parlamentarias y la huelga de piernas cruzadas de las mujeres de Barbacoas, y muchas otras, pueden tomarse como las experiencias valiosas que son.
La riquísima herencia africana nos vincula a las gestas del pueblo sudánes, que derrocó a la dictadura sangrienta de Al-Bashir y se aseguró la democracia, al acceso rápido al dinero mediante el celular en Kenia y, en especial, a la hospitalidad ejemplar de Uganda, que ha recibido más desplazados forzados que ningún otro país en el mundo, sin empobrecerse.
Las voces de las mujeres afro, la mayor riqueza de la Pastoral Afro de Cali, nos recuerdan, una y otra vez, la prelación de los derechos de niñas y niños en esta y otras situaciones. No puede permitirse que se les posponga de forma indefinida, como ha sucedido con la pandemia.
El diálogo constante de espiritualidades, el anhelo de un conocimiento más universal, más amplio y más incluyente, son apenas unos de los aportes que las negociaciones amplias pueden aprovechar, en momentos donde lo que se necesita es identidad, alegría y ganas de luchar por mejores condiciones de vida. La inclusión dentro de la diferencia y un futuro negro bonito, libre de discriminaciones retrógradas, con una paz verdadera y una memoria histórica fortalecida, están al alcance ahora más que nunca.
La costumbre de hablar con amabilidad a la sombra de un árbol, del intercambio generoso de sonrisas aún en las situaciones más difíciles, pueden y quieren aportar, para que por fin “cese la horrible noche” y podamos “gritar y saltar de gozo”, como lo promete el profeta negro Sofonías.
Más información en:
Emigdio Cuesta Pino svd en Secretaría CEPAC (2009). CNOA-ACNUR: Auto 005 – Evaluación 12. Bogotá: YouTube, diciembre 14,
EFE (2021). Colombia Hay Festival – Goyo, líder de ChocQuibTown: “Colombia invierte más en guerra que en cultura”. Cartagena, enero 27.
Arciniegas, Y. (2019). “Colombia: organizadores del paro se levantan de la mesa de diálogo y convocan a una nueva huelga”. En: France24 – Américas, Noviembre 27.
Hernández, C. (2018). “¿Qué importancia han tenido los paros en la educación colombiana?” En: El Tiempo, octubre 9.
Diario Occidente (1970). Retenciones. Cali: Biblioteca Digital Icesi; junio 3. Ver también: Centro de Estudios Afrodiaspóricos (2020). #ElPuebloNoSeRinde – Periódico. Colección en el mismo repositorio que revisa el proceso de Buenaventura desde 1964 hasta hoy.
Chávez B., J. (2019) “30 años de El Tumacazo”. En: Pazífico, cultura y más. El Espectador, septiembre 20.
Rubiano-Groot, J. (2018). “El pueblo que decidió no votar”. Bogotá: 070 (Centro de Estudios de Periodismo de la Universidad de los Andes), julio 13.
La Razón – España (2011). “Huelga de piernas cruzadas: sin sexo hasta que espabilen los maridos”. Bogotá, junio 26.
1 Comment
Yasunari López Ducuara
Posted at 20:46h, 05 junioEl Paro Nacional es una estallido social en todo el país, que ha tomado una mayor dimensión en la ciudad de Cali por muchas variables, incluidas las que menciona el texto sobre el despojo a comunidades rurales, el posterior desarraigo territorial al llegar a la ciudad, el racismo estructural y el empobrecimiento sistemático de amplios sectores urbanos. Pero es importante hacer énfasis en la despropocionada y violenta respuesta del gobierno ante la movilización popular y juvenil. El creciente numero de asesinatos, las torturas, las mutilaciones oculares, las personas desaparecidas por la acción de la fuerza pública, y el señalamiento como terroristas y vándalos a quienes ejercen el derecho constitucional a la protesta ha deslegitimado tanto a la fuerza pública, como al gobierno nacional. En medio de todo panorama, a las organizaciones étnico territoriales afrocolombianas, y a las comunidades negras que desde hace centurias, resisten cultural y espiritualmente, frente al andamiaje de este sistema politico que las excluye y las oprime, les falta visibilizar su apuesta de pais y de futuro, justo ahora que se empezado a modelar un destino comun como nación en las calles.