Fuente: Wikipedia
La Virgen de Atocha es una advocación de la Virgen María; la imagen se encuentra en la Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha, en Madrid, España. Es la más antigua patrona de la ciudad, su culto aparece desde la época visigoda. Se le consideró, sobre todo en los siglos XVI, XVII y XVIII, protectora especial de los reyes de España y patrona de la monarquía.
El nombre de Atocha puede provenir del griego Theotoca, una variación de “Madre de Dios”, el título otorgado a la Virgen en el Concilio de Éfeso. De ahí se pudo formar el nombre “Atocha”, que el pueblo aplicó a la imagen que veneraba en un santuario aislado en los suburbios de Madrid. Otras teorías lo relacionan con el término “atochal” que significa campo de esparto, una hierba de los desiertos fríos. “Atocha” es un sinónimo de “esparto”.
Cuando arraigó la costumbre de vestir las imágenes religiosas, a la de Atocha se le cubrió con ricos ropajes, excepto en la cara y las manos. Eso le daba la apariencia de ser más grande, casi del tamaño de una persona. Hoy, sin sus vestiduras, se ve como una talla pequeña en madera sin pintar, sentada en un trono, símbolo de realeza y sabiduría. Su altura no llega a los 60 centímetros, desde la corona hasta el plano donde asienta los pies.
Su forma actual es probable que sea igual a la de sus primeros siglos en Madrid. La gente, ante los milagros concedidos o en acción de gracias por algún beneficio obtenido, empezó a regalarle joyas, adornos, vestidos y mantos, muchos a modo de ofrenda. Tuvo una gran colección de mantos, muchos regalados por las reinas de España, que donaban a la Virgen sus galas de novia. Todavía se conserva uno de terciopelo rojo y armiño, con castillos y leones bordados en oro, regalo de Isabel II. La imagen lo luce en las grandes solemnidades. Isabel II también regaló a la imagen una colección de joyas: dos coronas, rostrillo y halo, con diamantes y topacios de Brasil. La colección se guarda en el Palacio Real de Madrid.
La imagen es de madera, con la virgen sentada en un trono bajo sin respaldo. Sostiene al Niño al lado izquierdo mientrasle ofrece una manzana con la mano derecha. El Niño tiene levantada la diestra en actitud de bendición: extiende sus dedos índice y medio y dobla los demás sobre la palma de la mano, como se hace en las iglesias de rito oriental.
El rostro de la Virgen es oscuro, casi negro. Los ojos son grandes y rasgados; la frente ciñe una corona de talla, a la que después se superpusieron oro y plata. La imagen, por sus rasgos inexpresivos, rígida y de frente, puede ser de fines del siglo XIII.