Mi nombre es Juan, tengo 9 años, estoy en cuarto grado y vivía con mis abuelos. Hace un tiempo tuve que irme a vivir con mi mamá. Un día, después de llegar de la escuela, mis abuelos me dijeron que ella había vuelto a la ciudad y debía irme a vivir con ella.
Mi mamá se llama Aurora, me tuvo cuando asistía a la universidad. Eso me contaron mis abuelos, también dijeron que tuvo un embarazo difícil. No tengo papá. Mis abuelos dicen que la dejó cuando se dio cuenta de que estaba embarazada. Ellos tuvieron que hacerse cargo de mí, para que mi mamá pudiera terminar la universidad.
Mi mamá venía de visita algunas veces en mis cumpleaños, en diciembre y cuando mis abuelos cumplían años. Cuando ella se graduó de la universidad consiguió un trabajo en otra ciudad. Mis abuelos dicen que era necesario, porque ellos no podían trabajar y necesitábamos la plata para comer.
Hace rato que ella y yo vivimos juntos, al principio fue difícil; porque ella no me agradaba, no la quería, ni la conocía; porque ella se fue cuando yo era más pequeñito.
Era muy raro. Yo, me sentía mal todo el tiempo, no me gustaba que me dijera nada y siempre nos peleábamos. Siempre le reclamaba porque ella me dejó con mis abuelos.
Mi profesora dijo que mis notas habían bajado desde que me fui a vivir con mi mamá.
Después de hablar conmigo y mi mamá, nos enviaron donde una señora que nos escuchaba hablar. Decía que era importante para que mi mamá y yo estuviéramos bien y que mis notas mejoraran.
Yo no quería ir, no me gustaba. Pero Aurora habló conmigo y me prometió que, si íbamos y nuestra relación no mejoraba, podía volver a vivir con mis abuelos y todo volvería a ser como antes.
Ya hace mucho tiempo. Al inicio, yo no quería hablar ni escuchar a mi mamá. Me daba rabia, gritaba y repetía que todo era culpa de ella, porque se fue y me dejó con mis abuelos. Después, primero hablaba yo y mi mamá escuchaba. Luego hablaba ella y yo escuchaba.
Ahí recordé que estaba enojado porque mi mamá no había estado conmigo, también porque mis amigos tenían a sus papás y yo no. Pero, me alegraba mucho cuando mi mamá me llamaba, hablábamos por teléfono casi todo el tiempo. Mis abuelos, aunque no eran mis papás, me querían mucho, me cuidaban y atendían. Me decían cosas bonitas que me hacían sentir muy bien.
Por ejemplo: que yo era muy inteligente, que sería un buen hombre, un gran doctor y cosas así. Ellos decían que mi mamá, aunque no estaba conmigo, me quería y trabajaba para que no me faltara nada.
Hablar con la señora y mi mamá me ayudó a mejorar mis calificaciones. Ya no me enojo ni grito.
Un día estaba en la puerta de la casa y vi a uno de mis compañeros del colegio que le gritó y le pegó a la mamá. Yo me asuste. Sentí muy, muy feo. Le conté a mi mamá lo que pasó y le pregunté por qué pasaba eso. Mi mamá me contó que eran niños que se sentían mal por muchas cosas. Niños que no vivían bien. No encontraban ayuda o no la querían. Ellos piensan que no tienen nada malo. Creo que mi compañero es uno de esos.
El otro día mi mamá me llevó al centro. Vi muchos niños jugando en la calle. Estaban sucios y pedían comida. Mi mamá me dijo que eran niños que no tenían ni papá ni mamá.
Es verdad que es extraño no tener papá. La señora a la que vamos con mi mamá, dice que es normal pero no debo preocuparme por eso. Ya no me importa. Ella dice que debo pensar en que tengo a mi mamá y a mis abuelos que me quieren mucho. Siempre puedo contar con ellos.
Mi mamá es muy inteligente y buena. Me cuida y también a los abuelos.
Ahora siempre estamos juntos. Cuando ella llega de trabajar, le cuento cómo me fue en la escuela, me ayuda con las tareas y hacemos cosas divertidas.
Texto e imagen: Sinmoan
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