Sândrio Candido Pereira en el CPA de Cali en 2016

Cuestionar el tiempo

El pasado 21 de mayo, Día de la Afrocolombianidad, cuando se recuerda la abolición legal de la esclavización en Colombia, la Pastoral Afro de Cali realizó el lanzamiento del Almanaque Afro Ñakati. Este propone otra mirada a la forma de concebir y organizar el tiempo; en él el año se inicia el 21 de mayo y termina el 20 de mayo del año siguiente. Además, las fechas conmemoran hechos, personajes y celebraciones que tienen que ver con las culturas afros de nuestro país, del continente, etc.

Uno podría preguntarse cuál es la importancia de repensar la lógica del tiempo, visto que ya se dispone de un calendario oficial. Sin embargo, es exactamente esto lo que propone el almanaque: cuestionar la verdad absoluta de nuestro calendario actual. Sabemos que el calendario actual es un calendario de origen europeo y que muchos países lo utilizan debido al proceso de colonización sufrido a lo largo de la historia. La forma en que organizamos el tiempo también proviene del proceso colonial, del ocultamiento y el olvido de otras culturas. En este calendario el tiempo es pensado de forma lineal, histórica. Pero hay otros calendarios, organizados de otras formas, en las cuales se entablan otro tipo de relaciones entre la humanidad y el tiempo.

El mismo calendario teológico de la fe cristiana no es lineal, es cíclico, como uno puede visualizar en las liturgias católicas. En éste, un año no sucede al otro sino que se repite; el tiempo es concebido como memoria, como espacio de celebración, no hay pasado ni futuro. En realidad, todo tiempo presente es espacio de memoria, donde se celebran hechos transcurridos en tiempos que, desde una versión lineal de la historia, podemos concebir como pasado, pero que siguen teniendo relevancia y significado a lo largo de la existencia actual. Hay formas de relacionarnos con nuestros ancestros en que, además de una idea de sentido, se puede visualizar también una forma de organizar el tiempo. Si los muertos pueden seguir presentes en la vida de los vivos, entonces no hay un quiebre del tiempo, una ruptura, hay mundos posibles dentro del mismo mundo.

En los calendarios agrícolas el tiempo tampoco es lineal; se le concibe a partir de la relación humana con la naturaleza, con los fenómenos naturales, con los tiempos de siembra y cosecha. La misma vida y los ritos, en esta forma de entender el tiempo, se relacionan con la tierra, con lo que ella nos regala y nos quita. El tiempo no es una verdad absoluta; en realidad no hay una forma de organizar el tiempo: hay muchas y todas ellas cargan detrás narrativas simbólicas, búsquedas y formas de pensamiento.

Estos ejemplos y el mismo calendario que lanzó la Pastoral Afro cuestionan nuestras versiones oficiales de la historia; hacerlo es de suma importancia, pues ella no es algo terminado, ninguna versión histórica es absoluta. Lo que hemos aprendido en las clases de historia general es la historia de quienes vencieron, o, dicho de otra forma, es la historia quienes detienen el poder. Pero hay otra historia, la del olvido, la de quienes se dejaron al margen, la de los vencidos. Esta, además de incompleta, hecha en fragmentos, es una historia que se hace cuestionando las versiones oficiales; una que no sabemos dónde empieza, porque es un relato en construcción. Toda historia, toda narrativa, se sostiene en símbolos culturales. Uno de estos es, precisamente, el almanaque.

“El tiempo es dinero”, dice un refrán muy común en Brasil. Le añadimos aquí que también es poder. Cuestionar la forma de representar el tiempo es debatir los discursos y narrativas de poder ocultos detrás de todo lo que pensamos como normativo, todo lo que damos por sentado. Cuestionar la forma como se organiza el tiempo es discutir la organización social, política y cultural. Es revisar por qué nuestro pueblo no aparece en las celebraciones, no se hace memoria de nuestra gente y no hay representatividad afro en las narrativas simbólicas del calendario oficial. Es rechazar las estructuras racistas que hay detrás de la narrativa occidental del tiempo, porque el racismo se fundamenta en discursos simbólicos, narrativos, teológicos, filosóficos y literarios. Uno de estos es la forma como organizamos el tiempo.

Cuestionar la forma como se concibe el tiempo es afirmar la existencia de otros mundos posibles, de otras formas posibles de vida, de otras maneras de relacionarnos con ella, con nosotros mismos, con la naturaleza, con la sacralidad. Es afirmar que, mucho antes de que se nos enseñara la forma de vida reinante, ya teníamos una. El proceso de “sacar al pueblo adelante” también pasa por reconocer que hay otras formas validas de narrar la vida, ya que en el tiempo construimos la biografía de quienes somos y del pueblo en el que somos.

por Sandrio Candido Pereira

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