Una de ellas trataba de una época muy fea, porque, en aquel tiempo, los hombres y las mujeres que tenían la piel oscura como la mía eran maltratados.
Los obligaban a trabajar en túneles bajo la tierra, dizque para extraer oro; también sembraban el maíz, recogían café, cargaban bultos pesados y muchos otros oficios, sin paga y sin derecho a comida. Las mujeres trabajaban en la cocina, recogiendo arroz y algodón y en otros oficios duros. No podían descansar porque esas personas que se hacían llamar amos, les pegaban con cabos, los marcaban con sellos calientes, como si fueran animales.
Los niños que nacían de esos hombres y mujeres eran vendidos. Los padres no volvían a verlos nunca más.
Me puse a llorar de tan solo pensar en esos niños y sus papás. Le pregunté a mi abuela porqué esas personas eran tan malas con los negros. Ella me dijo que eran personas que no entendían del respeto hacía el otro ser humano, ni mucho menos de valor.
También dijo que esos hombres y mujeres, cansados de tanto maltrato, se organizaron e iniciaron una lucha para conseguir su libertad. Construyeron casas en lugares que se llamaban palenques. Las mujeres en sus trenzas guardaron semillas, que sembraron al vivir en los palenques y así poder tener que comer. También trazaron caminos que sirvieron para conocer las rutas de escape. Por supuesto, también había niños y niñas.
Después de mucho luchar, lograron conseguir la libertad a la que tenían derecho. Fue en un 21 de mayo, en 1851. Hace tan solo 169 años.
Es poco para todo lo que les tocó vivir a nuestros antepasados. Eso dijo mi abuela.
Por eso hoy conmemoramos la lucha, el esfuerzo y el valor de todos esos hombres y mujeres, que dieron sus vidas para que nosotros y nosotras podamos llamarnos libres.
Autora: Sinlomoan
Este es el primero de una serie de textos de su autoría.
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