La profesora Lucy Herney Canchimbo García lanzó su libro Tradición oral y espiritual en el Pacífico sur: Adorando a su Dios y cantando a sus muertos, este 11 de agosto. Su obra entra en la Colección Pacífica Literaria de la Gobernación del Valle, llena de “palabras poderosas”, como decía alguien en su homenaje.
La profe Lucy la conoció la Pastoral Afro en las misas por internet, en la Peregrinación Virtual de 40 días; varias veces se hizo cargo de los cantos, una de ellas incluso con niños y parte de la familia. Su libro es una muestra de que los procesos en los que participa van mucho más allá de cantar en la misa. Aquí un extracto de sus palabras.
La idea es que se visibilice, se pase de la oralidad a las letras, a los etnotextos. “La literatura tiene el problema de la oralidad. Se mueren los sabedores y se llevan lo que nos faltan”. Las nuevas generaciones, sino tienen una guía, perderán las tradiciones poco a poco, como en efecto ya sucede.
Le inspiró saber que la nueva generación no tendrá nada sin los textos.
“Los cantos de bofa, la tradición de las mujeres que iban a buscar la chorca, la piangüa, la almeja… se acabó por la fibra de vidrio y los motores. Las mayores ya no recuerdan los cantos”.
Perdón, oh Dios mío Perdón, oh Dios mío perdón indulgencia perdón y clemencia perdón y piedad Pequé, ya mi alma mis culpas confiesa Mil veces me pesa de tanta maldad... Perdón mil veces me pesa de haber obstinado mi pecho rasgado oh Suma Bondad
Escogió la espiritualidad como parte de un servicio cristiano, católico. Como los rezanderos se están muriendo, se consolida un trabajo con los muchos de los pasos para despedir un difunto, en 9 días, con alabaos. La salvación es personal, pero los cantos y los rezos son la puntada que se hacen para que los que se queden tengan fuerza, y para sanar y reconfortar al dolorido. El alabao ayuda al alma de quien lo canta y a su familia. Pero no se queda ahí, hay 3 casos: para muertos, a la virgen y eucarístico.
Lucy tiene una postura distante y respetuosa con las superstición, que no acepta que se cante si no hay muerto, porque se llama otra alma. Antes se usaban camillas para sacar el difunto rapidísimo, porque sino caía otro. “Son creencias que no se sabe si sirven, si colaboran”. La relación Dios-vida, hombre-muerte se da en el alabao. Hay que promoverlo. No sigo las supersticiones, los canto a diario, para todos.
El canto no tiene fecha pero sí género: las loas son de las mujeres, las décimas de los hombres. Pero ahora cada quien canta lo que sabe. Abuela Santana es una de las loas.
El arrullo, los rezos, permiten ver el potencial de la cultura. Las balsadas, muy rústicas en la época de la esclavitud, ahora se adornan y se alumbran. El candil se cambia por las luces, pero su esencia de adoración al Niño o veneración a la virgen continúa. En las eucaristías inculturadas se ve algo similar con los instrumentos y el baile.
El negro esclavizado trajo la cultura y venía muy dolorido. Los conquistadores impusieron lo que quisieron, pero el pueblo se recuperó. Colcultura, el Ministerio de Cultura y ahora la nueva constitución dejan ver que algunas cosas continúan. La geografía del Pacífico es difícil y costosa. Si se hacen 3 viajes, no se hace un cuarto. La cultura sigue en crisis desde el principio. Es necesario consolidarla si está en dificultad.
Se le transmite, se le conserva, no se puede cambiar cuando queramos, porque llega el día en que vemos que ya no es la nuestra. Los elementos los pone la institucionalidad. Falta una mentalidad cultural para los espacios. Si quiere llegar rápido, vaya solo, pero si quiere llegar lejos, vaya acompañado. Para que hijos y nietos tengan lo que tenemos, se necesitan recursos. La oración no tiene valor, pero la evangelización sí. El conocimiento también es invaluable, pero para transmitirlo se necesitan recursos.
La tecnología permite el reconocimiento, con espacios como el Petronio. Pero todavía tenemos un nivel bajo: pasa el festival y no se sabe qué hacer. Trajimos las 3 botellas tradicionales principales, que no son los derivados que se conocen. La curada con las hierbas, los remedios, para concebir, curar. Las matronas saben combinarlas y cómo darlas.
El rito mortuorio empieza desde el hospital. Si el enfermo se va a Cali, se espera hasta que se lo lleve la avioneta. Si se muere, se le recibe en el río, hasta dejarlo en su casa. Otros preparan la casa, la comunidad asume lo que se necesita. Todo el mundo se la da de sicólogo, dando consejos para que el doliente deje de sufrir. El sacerdote da los santos óleos. La cobija tenía que ser nueva y recibir agua bendita antes de recibir el muerto. El cordón lleva 5 o 7 nudos.
El muerto sale a velación y la casa ya no está para nada sola. A las 10 de la noche empieza el rezo central, no se deja el muerto solo. Se reza, se toma café o aromática. Amanece y la gente se va a cambiar pero regresa de inmediato. El muerto va con los pies por delante y así entra a la misa, para que vea el Cristo. Al salir, sí se le da la vuelta. Debe quedar enterrado mirando al templo. La cruz queda a los pies y se sabe dónde queda la capilla. Son ritos que no se deben dejar.
Los mayores pedían que se le echara en solo tierra, nada de cemento. Cada uno tenía que echar un puñado de tierra. Se bajaba al río a lavarse manos y pies, la tierra no debía llegar a casa. Ahora es solo la familia, los rezos son muy rápidos. Sigue el vaso de agua, por si el muerto quería beber. Antes se iba bajando 15 minutos hasta que la última ceremonia era a la medianoche. Ahora con la inseguridad no se puede.
Se le pone la mariposa negra, que se decía que era el alma. En el Chocó le ponen color, en el alabao son más expresivos y gestuales. En el sur somos más sentimentales, no se mueve sino la lágrima. Son cantos muy ceremoniosos, al borde de la tumba, para significar que el alma sale por ahí para su Dios. Vamos a la tumba en la amanecida hasta el cementerio. Se acompaña a la familia unos 2 días más. Hasta que el pariente asume elementos que le ayuden a hacer vida. Le toca seguir con los mejores recuerdos.
La pareja pasaba mínimo 6 meses de negro puro. No se podía tocar nada hasta el año. Ahí ya la mujer dejaba el luto. Ahora no tanto.
Nuestra cultura es muy interesante porque todos vamos a morir. Los seres humanos deben saber qué hacer en ese momento. El libro tiene alabaos, arrullos, con código QR para verlos y oírlos.
El momento del diálogo
La audiencia era pequeña pero selecta. Varias mujeres mayores venían de la costa caucana y, quien no habló, se notaba que alguna relación tenía con el tema. Después de la presentación, empezó el diálogo.
* Hay diferencias con el Patía, entre niño y adulto. También es bonito eso de los pajarillos, con las edades y el matrimonio.
LHCG/ El libro tiene todo lo que es de adultos. Los chigualos irán en el segundo. En el Chocó, si el niño tiene 4 o 5 ya no, debe ser más pequeño. Nosotros hasta los 7, con rondas y cantos a la virgen. No se le hace misa como tal, entra a la misa como una bendición. Las rondas son distintas a las que se juegan.
Los cantos de los pajaritos que decía no los tenemos, más sí en el matrimonio. Depende del territorio. Hay quien recibe, hay quien transmite. “Soy responsable de lo que dije, no de lo que ustedes entendieron”. La marimba al Chocó no llegó, puede ser por los franciscanos. En el sur hubo uno que intentó detenerla, pero como que no pudo.
*Los grandes músicos hacían pactos con el diablo, por eso los prohibían.
* Se prohibieron porque eran instrumentos de rebeldía. Servían para convocar, todos los esclavizados no hablaban el mismo idioma.
L/ Los bailes que más conocemos están también en el Chocó, pero acá se tiene también la fuga, para volarse.
* Los velorios son tan alegres que parecen que estuvieran contentos, me dijeron. Su trabajo sirve para tener mejores argumentos.
L/ El alabao es una súplica, por lo que se le viene al alma. Intercedemos, nadie llega donde Dios. Se va al purgatorio, se purifica.
* Los palenqueros comentaban: ¿por qué cuando un niño nace llora? Viene a sufrir la dificultad, con poca felicidad. El ritual ya es un cambio de vida, se alegra con una fiesta que no le hacen en vida. Eso acá no pegó porque se veía raro. La gente llora más cuando nace una niña, por lo que se le viene. Si no llora, le pegan para que lo haga.
L/ Esas interpretaciones son valiosas, según se las asuma. El vientre se vuelve espacio público, se entrelaza una familiaridad entre partera y parturienta y su trabajo sigue después del parto. Con médicos y enfermeras no se da. Una partera se le muere un niño y vea cómo se pone. Al médico nada. Y con la desgracia que a ellas no se les paga.
* Ahora va a haber un reconocimiento.
* La partera sigue en la familia, se le dice que “ella te trajo al mundo”, es otra mamá.
L/ El rezandero lo hace honoris causa, todos esos personajes hay que reconocerlos. El estado debe respaldar, porque es una tragedia que no los haya en su momento.
* En la ciudad es muy difícil. La gente se pone a echar cuento, a hablar del territorio.
L/ En Santa Bárbara está el proceso más avanzado. Tenemos los rosarios que son distintos, varían de acuerdo a la ocasión. (Reza y las presentes responden de acuerdo a la tradición.) Queremos que la familia pueda asumir cuando no tienen rezandero. A veces les toca irse así. Empecé porque vi la crisis en mi tierra.
* En Buenaventura se inició un proceso para enseñarle a las funerarias, porque estaban acabando con la tradición. El resultado fue que, al menos, ahora unas dejan hacerlo. Acá el pueblo ya no sigue la tradición pero llena la funeraria y también van al cementerio, eso no se ha perdido.
L/ Tenemos el paquete de servicios. Es duro que lo echen a uno a las 9.
(Canta un alabao y las presentes le responden)
Hay 3 voces en el alabao: bajonera, chirriadora y entonadora. Es una oración colectiva, que se hace en el velorio, el remate, la búsqueda de la salvación de la persona fallecida.
* Me dio por cantar alabao todo el día ¿y no se murió doña Laura? Se me entró una mariposa negra con pintas café y se me metió al otro día.
* Igual con el aullido de los perros, al otro día aparece muerto fijo.
* También con los chulos.
L/ Están las supersticiones y hay que respetarlas. Yo como cantadora me moriría al otro día.
Gracias a todos, son las tradiciones que queremos promover. El precio son $100 mil; no lo pongo yo, lo pone Amazon.
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