El obispo del Pueblo

enero 21, 2022

El era un cura diferente, de los que recorría las calles a pie y si veía que estaban construyendo una casa se acercaba y ayudaba a los obreros; cargando arena, mezclando cemento o pegando ladrillos “un obispo como él no se ve por estos días” eran las palabras que le escuchaba a mi abuela cuando se hablaba de monseñor Gerardo Valencia Cano un sacerdote misionero del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal y vicario apostólico de Buenaventura desde mayo de 1953 hasta el 21 de enero de 1972, fecha en la que murió en un lamentable accidente aéreo en montañas límites entre los departamentos de Chocó y Antioquia, Gerardo Valencia Cano fue de esas personas que dejan huellas imborrables. Su opción por los pobres: tal como Jesús que optó por un pueblo oprimido por el resto de la sociedad, Valencia Cano hizo su apostolado con las comunidades negras, una población excluida y discriminada históricamente hasta por el mismo gobierno nacional, basta analizar las cifras históricas del DANE para comprobarlo. Su don de gentes: cuando se le pregunta a cualquiera que haya conocido a monseñor, se oyen comentarios como: “el siempre saludaba a todo el mundo”, “era muy sencillo, atendía y ayudaba a todo el que lo necesitaba” queda claro que sus pasos por Buenaventura y los lugares que frecuentó dejaron recuerdos gratos en la memoria de quienes lo conocieron. Su valentía para defender a los más débiles: dentro de los tantos relatos que la gente comenta, hay uno que llama la atención por la acción heroica de monseñor: cuando se realizaba la ampliación del terminal marítimo del puerto de Buenaventura, ubicado en el sector de la isla de cascajal, las dragas que drenaban lodo del fondo de la bahía para darle mayor calado a los barcos que luego atracarían en sus costas roseaban todo el barro sobre las casas ubicadas en los terrenos costeros; una manera brusca, atrevida y descarada de desplazar a cientos de familias para luego ocupar sus tierras y construir el puerto marítimo más importante del sur occidente colombiano, algo que muchos llaman “progreso”, mientras el lodo caía sobre las viviendas, aún con la gente adentro resistiendo a dejar sus hogares, Gerardo Valencia cano, sacerdote, misionero de cuerpo delgado y alto se paro frente a las dragas sin importar bañarse de barro en un intento por impedir tan atroz despojo.

Su capacidad para sacar al pueblo adelante: no se conformaba con pregonar el amor a Dios sobre todas las cosas, también denunciaba la opresión al pueblo en sus sermones y en su labor misionera fue gran impulsor de la educación fundando colegios, entre ellos el Instituto Técnico Industrial Gerardo Valencia Cano (1956), el Orfanato San Vicente de Paúl (1959), la Normal Superior Juan Ladrilleros (1960), el Hogar Jesús Adolescente para niños de la calle (1961). propuso la Universidad del Pacífico, para el la educación era vital en su modelo de iglesia, también fundo varias parroquias expandiendo la evangelización. Trabajó con y para los pobres.

Hoy se cumplen 50 años del accidente aéreo en el que perdió la vida monseñor Gerardo Valencia Cano, para muchos un crimen que sigue en la impunidad. La diócesis de Buenaventura en cabeza de monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya acompañado de monseñor Edgar de Jesús García, obispo de Palmira, monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali cada uno con sus delegaciones a demás del alcalde de Buenaventura, familiares y demás representantes de comunidades religiosas, rindieron un homenaje por la vida y obra de monseñor Gerardo Valencia Cano. Las actividades iniciaron con una procesión que inició a las 9:00 am. desde la estación de bomberos y culminó en la catedral, luego se realizó la eucaristía a las 10:00 am. El homenaje estuvo acompañado por una delegación de la Pastoral Afro de Cali como parte de la comitiva de la Arquidiócesis de Cali encabezada por su arzobispo.