Las comunidades quilombolas requieren de una atención especial frente al coronavirus

El avance de la pandemia del nuevo coronavirus en el interior de Brasil llegó a las comunidades quilombolas y ya ha provocado la muerte de al menos 26 de los residentes de estos territorios.

 

En total, 150 quilombolas han dado resultado positivo para la enfermedad.

Las cifras forman parte de un estudio independiente realizado por la Coordinación Nacional de vinculación de las Comunidades Negras Rurales Quilombolas (Conaq).

En el boletín epidemiológico de 18 de mayo desarrollado por la Conaq, junto con los de los territorios, señala que, más allá de los 150 casos confirmados de la enfermedad, hay por lo menos 36 casos que están siendo monitoreados.

A la fecha en que se divulgó, se registraron 26 muertes y dos (2) de ellas no tuvieron confirmación de diagnóstico en los estados de Bahia y Minas Gerais.

Según la Conaq, el efecto de la propagación de la enfermedad en los territorios quilombolas pone de manifiesto que no han recibido la debida atención de las autoridades y de los medios de comunicación dominantes.

Llama la atención sobre “los datos de la transmisión de la enfermedad que en los territorios quilombolas son sub-notificados, muchas oficinas municipales dejan de informar cuando la transmisión de la enfermedad y la muerte se llevan a cabo entre personas quilombolas”.

El aumento de los casos preocupa al arzobispo de la Diócesis de Feira de Santana, Bahia, mons. Zanoni Demettino Castro, quien también es el obispo referencial de la Pastoral Afro-Brasileña.

“No son sólo números. Son personas, hombres y mujeres, que viven en las comunidades quilombolas y quienes tienen sus vidas cercenadas”, ha dicho el obispo.

Según el documento, la mayor parte de las muertes se produjo en los estados de Amapá (8) y Pará (8), seguidos de los de Pernambuco (4), Goiás (2), Bahia (01), Ceará (1), Maranhão (1) y Rio de Janeiro (1).

“Los datos ponen de manifiesto una alta tasa de mortalidad de la COVID-19 entre los quilombolas y un gran subregistro de casos. Situaciones de dificultad en el acceso a los exámenes y su negación a personas con síntomas han sido notificadas por personas de los quilombos”, dijo el Conaq.

“La región amazónica cuenta con muchos casos, entonces, como no hay una política pública definida, una defensa, la organización de los pueblos, de las comunidades se organiza para que sean ellas mismas las que creen las barreras sanitarias, a pesar de que no hay una definición legal para ello”, afirmó mons. Zanoni.

El prelado criticó la falta de atención del gobierno respecto a las poblaciones más vulnerables. “Nosotros, los que estamos en esta crisis sanitaria, no tenemos secretario de salud en muchos lugares, o políticos que presten atención en nuestro pueblo, que está siendo abandonado. Mientras tanto, este virus se va adentrando en las comunidades, va llegando a nuestros territorios quilombolas, sobre todo a aquellos que se encuentran ubicados en la zona rural, municipios pequeños y en sitios donde se tiene una deficiencia grande en infraestructura, en servicios de salud”, señaló.

Además, según el arzobispo, la falta de políticas públicas para estas comunidades ya viene de larga data; este hecho es el resultado de más de 300 años de esclavitud, un crimen de lesa humanidad que no ha sido lo suficientemente reparado.

“Esta es la razón por la que nos damos cuenta de esta preocupación por defender y dar visibilidad a estas comunidades. Tenemos que comprometernos en serio con esta gente, porque ¡son ellos los más afectados!”, reforzó mons. Zanoni.

Las comunidades quilombolas son, para Brasil, lo que equivale a los palenques en el mundo hispano. El nombre del territorio, en vez de “palenque” es quilombo; sus habitantes y los luchadores que las crearon son quilombolas en vez de “cimarrones” y “palenqueros”. El nombre proviene de kilombo o uchilombo en dos lenguas angoleñas: lugar de paso, campamento guerrero o comercial, capital, población o unión*. El fin de la monarquía y la llegada de la democracia a su país abrieron espacio para el reconocimiento legal de sus territorios. Pero, igual que otras comunidades afro en el continente, sufren la posibilidad de desaparecer por la presión de grandes propietarios, la marginación y los cambios culturales.