El coro de la comunidad de Charco Azul animó la eucaristía de las confirmaciones, las niñas en los cantos tradicionales afro y la marimba, y los niños en el bombo y el cununo. Los jóvenes de El Hormiguero danzaron en los momentos más importantes de la celebración (entrada, piedad, entronización de la Palabra…), como es tradición en las misas afro. Concelebraron los sacerdotes misioneros de la Pastoral (dos de la Consolata y uno comboniano de etiopía) y varios formandos IMC.
Mons. Darío de Jesús centró su homilía en la alegría de las confirmaciones precisamente en vísperas de la fiesta patronal, la dimensión comunitaria del bautismo y la confirmación y la necesidad de superar el concepto de raza y todo tipo de discriminación.
El rito del sacramento de la confirmación inicia con la renovación de las promesas bautismales (renuncia al pecado, el mundo, el demonio) y el reconocimiento de la Iglesia y el credo. Después se tomó fuego de uno de los cirios del altar y se trasmitió a cada uno de los confirmando, como señal de la luz de Cristo.
Después, quienes se iban a confirmar se arrodillaron y recibieron de los sacerdotes y de toda la comunidad con las manos extendidas, la bendición.
Luego el arzobispo se acercó a cada joven, le ungió con el óleo, le sopló el Espíritu Santo, le llamó a hacer misión en su comunidad y saludó a su padrino o madrina.
El párroco, al finalizar la eucaristía, aprovechó para dar la buena noticia de la próxima construcción del templo, cerca al colegio La Asunción, gracias a la colaboración de la Arquidiócesis, donantes y los aportes de toda la comunidad. Todavía faltan meses y mucho trabajo para verlo realizado.
El arzobispo agradeció la presencia de las lauritas en el Corregimiento, lo reconoció como esencial y les entregó a sus representantes 3 medallas de la madre Laura.
Este es apenas un gran principio para una Parroquia y un Corregimiento claves en la relación de la ciudad y la Arquidiócesis con el norte del Cauca.
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